¿Se puede?

untitled
Empiezo a pensar que no se puede. Después de todo el revuelo de ayer por el gesto de Bescansa, me planteo si realmente es posible. Hasta ayer pensaba que sí. Que era cuestión de dar con las medidas políticas, sociales y económicas adecuadas para poder facilitar la conciliación familiar y laboral.
Pero quizá sea incompatible. Quizá no estamos preparadas para permitir que una mujer que decida amamantar a su hijo más allá de los 6 meses de rigor, no tenga que renunciar a su carrera profesional. O para que una mujer vea truncada su proyección laboral el día que se queda embarazada.
Quizá en este pais las mujeres tengamos que elegir. ¿Dónde quieres estar? ¿Quieres criar a tu hijo bajo las premisas básicas de la crianza con apego o quieres dejarle en la guarde 8 horas desde los 4 meses y así poder seguir teniendo posibilidad de ascenso en el trabajo? Porque no nos engañemos, las dos cosas a la vez no se puede. Y por supuesto me niego a juzgar a ninguna madre sea cual sea su elección. Ya ha habido otras mujeres políticas que fueron noticia después de convertirse en madres por haberse incorporado demasiado pronto o demasiado tarde o por lo que sea que decidieron hacer. Chacón, Soraya o Susana Díaz escogieron los que les dio la gana. Allá ellas y sus familias. Y lo mismo ha hecho Carolina Bescansa. Nadie mejor que ellas para decidir lo que es bueno para sus familias. Así que el resto, hombres y mujeres deberíamos juzgar menos  y respetar más.
El problema está, para mi, en no poder elegir libremente. Seguramente, tanto estas cuatro mujeres políticas como millones de madres en nuestro país no tienen la posibilidad de elegir cómo quieren criar a sus hijos. Porque nos movemos en un terreno lamentable en el que está mal visto pedir una reducción de jornada o hacer uso de las míseras horas de lactancia. Pero también está mal visto currar hasta las ocho de la tarde o incorporarte un mes después de haber parido. Da igual, la cuestión es que cualquiera puede juzgar nuestro modelo de crianza porque sí.
Lo realmente  importante para mi, es que cada madre pudiera elegir sin que haya 1000 que la critiquen por su elección.
Yo decidí solicitar en mi trabajo reducción de jornada porque en mi estilo de crianza no tenía cabida separarme de mi hijo a los 4 meses. Y lo volvería hacer un millón de veces. Y me he llevado a mi hijo bastantes veces al trabajo y tengo suerte porque nadie me ha criticado por ello (creo).  Y no creo que sea mejor madre que la que se incorpora a las 16 semanas o la que comparte el permiso con su pareja o la que llega a casa a la hora de la cena.
Si la foto de ayer en el congreso ha herido tantas sensibilidades, debemos preguntarnos por qué. Quizá haya servido de espejo para que muchas mujeres nos miremos. Y si ha enfadado tanto puede que sea porque Bescansa ha hecho lo que a millones de madres les gustaría hacer y desgraciadamente no pueden.
Es evidente que Bescansa no va a ir con su bebé a trabajar cada día; dudo que alguna mujer pueda hacerlo. Pero lo que yo interpreté ayer es que esa madre no quería separarse tan pronto de su hijo al que sigue amamantando. Pero tampoco quisó renunciar a estar en el congreso en un día imborrable para su carrera. La única manera de hacer las dos cosas fue llevarse a su bebé en brazos.
Y esto me lleva de nuevo al inicio de mi reflexión.  Quizá no se pueda. Lo digo con pena. La pena de una madre que hace  tres años y medio decidió que  quería ser más madre que trabajadora. No encontré otra forma de hacerlo. Y no sé si eso significa que mi carrera laboral como psicóloga se ha visto obstaculizada. No lo sé pero tampoco me importa. Porque yo lo elegí. Lo tuve que elegir.
Y ojalá cada madre, cada padre, cada familia pudiera decidir con una marco legal que facilite y respalde su decisión.
Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Nuevo curso

Creo que ya podemos decir que hemos superado el periodo de adaptación a la escuela. Nicolás empezó a principios de Septiembre “el cole de mayores”. Finalmente escogimos la Escuela Waldorf de Aravaca porque respondía al tipo de escuela y modelo pedagógico que buscábamos para nuestro hijo. La acogida desde la escuela fue cálida y acogedora y nos ofrecieron la posibilidad de acompañar a nuestro hijo durante una semana para que nos fuéramos familiarizando con el entorno, la maestra, los compañeros y las otras familias. Estos días fueron fundamentales para que Nicolás pudiera explorar y conocer su escuela desde la tranquilidad de estar acompañado por sus mamás.
Quedarse sin nosotras no le supuso mucho esfuerzo, y aunque nos dice que nos echa de menos y que tardamos mucho en ir a buscarle, la realidad es que le gusta ir, y se queda muy contento. Además empieza a hablar de algunos amigos y a dar alguna pista de lo que hacen cada día. También ha tenido algún día de pereza y a las pocas semanas preguntaba si eso del cole era todos los días.
Después de un mes y medio, yo me siento feliz con la incorporación de Nico a la vida escolar. Me encanta la escuela elegida y sus dos maestras son un regalo. Su forma de vivir el grupo desde la calma y el respeto. Hace un par de días tuvimos la primera reunión de familias y nos pudieron contar cual es el ritmo de la clase y qué hacen cada día.
Me encantó escuchar su relato pausado y su mirada a los niños. Su prioridad ahora es hacer de la escuela un lugar seguro para ellos a través de los ritmos pausados y instauración de rutinas. Cuando Nicolás me dice cada día que ha almorzado pan y manzanas, no se lo inventa. Cada día, a media mañana se les ofrece lo mismo. El pan que ellos mismos elaboraron el día anterior y manzanas. Cada día lo mismo, para que en estas primeras semanas en la que ya se están enfrentando a demasiadas cosas nuevas, la hora del almuerzo no suponga también algo desconocido. Me gusta el especial cuidado a este tipo de detalles.
El juego libre en el aula y en el jardín ocupa la mayor parte de su jornada. No se les obliga a compartir porque con tres años no están preparados para hacerlo. Si uno quiere algo que tiene otro niño o niña, tiene que esperar. Y no importa si hace frio, llueve o está todo embarrado. Chubasquero, pantalón de agua y a pasar la mañana al aire libre.
Aun estoy empezando a conocer a fondo la pedagogía waldorf, y por el momento todo lo que veo me gusta mucho. La importancia de los procesos y no sólo del resultado final. El respeto al desarrollo fisiológico, psíquico y espiritual del niño, sin que la prioridad sea el desarrollo intelectual. Si la base emocional es sólida, el desarrollo intelectual será positivo.
Me gusta la manera en que se celebran las fiestas, poniendo el acento en la preparación y no sólo en la fiesta en sí. La mesa de estación que les acompaña en el aula y va cambiando sin que se haga explícito. Y el cuento diario, el mismo cuento cada día durante unas semanas. Y sin moralina.
Sin duda, ha empezado una nueva etapa que promete ser apasionante y muy enriquecedora para Nicolás y para nuestra familia.

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Mamamorfosis

Cuando Aguamarina hizo el llamamiento en búsqueda de madres conscientes no me dí por aludida. Lo leí y pensé que era una idea maravillosa pero no pensé en mi. A los pocos días, ella me escribió directamente para invitarme a participar y me pareció todo un honor así que no puede resistirme.  Esa fue la primera vez que me llamé a mi misma madre consciente.

A partir de ese momento, el resto vino rodado, sólo necesité ponerle nombre a todo lo que había venido haciendo desde que nació Nicolás. Resulta que  mi manera de criar era justo lo que Aguamarina buscaba para el proyecto de mamamorfosis.

Participar en este maravilloso proyecto ha sido un premio para mi. Me ha permitido reflexionar (más todavía) acerca de mi maternidad y de como me he convertido en una madre consciente.

El día 15 de Septiembre saldrá el libro electónico, autopublicado y gratuito. Ojalá mamamorfosis llegue a muchas familias y la comunidad de madres conscientes crezca y crezca sin parar.

Además hay artículos preciosos que podéis comprar aquí y quizá con lo que se recaude, el libro impreso pueda ser una realidad.

Gracias Aguamarina por crear algo tan bonito e invitarme a participar y sobre todo gracias a mi hijo Nicolás por ayudarme cada día a convertirme en la madre consciente que soy.

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

La difícil y maravillosa tarea de criar.

Estoy a tan sólo 4 días de empezar mis deseadas vacaciones. Deseadísimas porque el año pasado no pudo ser y vivimos un estupendo verano madrileño. Pero ya nos toca pisar la arena de playa. Y estamos los tres contando las horas y los minutos para coger el coche y fugarnos. Hoy escribo con las pilas bajo mínimo y abrumada por los preparativos de nuestras vacaciones, así que quizá peque de quejica. Pero sí, hoy me voy a dar permiso para quejarme. Nicolás está a punto de cumplir 3 años. Así que nos encontramos inmersas en la agotadora tarea de criar. Hablando el otro día con una compañera, amiga y mamá de una peque como Nico, con la que tengo la suerte de estar conduciendo un precioso grupo de crianza, llegábamos a la conclusión de que criar está absolutamente infravalorado. Nadie, ni madres, ni padres, ni abuelas, ni tías, ni psicólogos, maestros o pediatras, ni mucho menos aquellas personas que no son madres/padres, conseguimos darle a la crianza el valor que tiene. Leemos y escribimos mucho sobre la importancia de los primeros años de vida, sobre lo importante que es atender a las necesidades emocionales de nuestros niños/as, de empatizar con ellos, de cuidar la comunicación, y un sinfín de cosas que sabemos que hay que hacer si queremos sentir que estamos criando adecuadamente. Pero la pregunta más importante nadie la responde; ¿todo esto cómo se hace? Criar un hijo o una hija es un trabajo constante, 24h horas al día, sin vacaciones ni días de asuntos propios. No se puede desconectar de la crianza. Aunque el cuerpo y la mente te lo pidan a gritos. Aunque tu relación de pareja se haya convertido en una montaña rusa y temas volver a caer al vacío. Nada permite aparcar la crianza un rato para poder parchear el resto de tu vida. Y no tiene que ver con que haya otras prioridades en tu vida, porque yo ahora mismo sitúo como prioritario, tender la ropa, pintarme las uñas o acercarme a la biblioteca a por un libro que intentaré leer en la playa. No es cuestión de prioridades. Mi hijo es lo primero y eso no hace falta decirlo. Pero ¿y todo lo demás? ¿Qué pasa con el resto de mi vida? La crianza lo inunda todo y es absurdo pensar que se puede proteger algún área de la vida. Pero todo esto no es lo más difícil. Lo más duro de criar es la falta de reconocimiento. Reconocimiento que permita tener más facilidades que obstáculos. Para mi, criar a Nicolás está siendo un trabajo de súper heroína. Por supuesto hace tiempo que asumí que mi carrera profesional no podía ser lo primero si quería estar muy presente en la crianza de mi hijo. Por eso solicité una reducción de jornada con la consiguiente pérdida económica. También me despedí de mi maravillosa vida de pareja. ¿Y mi vida personal? Jajajajajaja, esa pregunta me hace hasta gracia. Quizá otras familias han encontrado alguna fórmula de criar y no morir en el intento. Si es así, ¡¡que corran la voz por favor!! Nosotras hemos escogido una manera de criar que nos ha hecho perder otras muchas cosas y aunque confiamos en que algún día podremos recuperar algo, hay momentos en que se hace muy cuesta arriba. No sé si hemos escogido el camino correcto porque no creo que lo haya, pero al menos tengo la seguridad de estar criando como quiero aunque el resto de mi vida se esté resintiendo tanto. Seguramente haya quien esté pensando que todo este sacrificio compensa. Yo no lo vivo así porque para mí son compartimentos estancos que no pueden complementarse. Estoy deseando pasar 20 días en la playa con Patty y con Nicolás, pero nada me quita el deseo que tengo de poder escaparme aunque sea tres días con mi amor a solas. Así es, a veces siento que vivo echando de menos. Pero no quiero dejar las quejas en un saco roto, por eso mi apuesta es que nos cuidemos más, y que entre todos los profesionales que trabajamos en el ámbito de la familia acompañemos a las familias en el duro trabajo de criar. Porque una familia que está criando un hijo (o más) necesita ser cuidada, respetada y apoyada porque tiene entre manos la tarea más difícil y más importante a la que nos enfrentamos las personas en nuestra vida.

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

¿Rabietas?

Ahora que Nicolás lo entiende (casi) todo y que con su lengua de trapo lo dice (casi) todo, ha empezado la etapa de las temibles rabietas. Tema tan controvertido que daría para horas de debate, y tan real como que no he conocido ninguna familia que no haya pasado por esta fase.
En nuestro caso, por el momento no hemos vivido una de esas situaciones que tanto incomodan a los padres y madres en las que el niño se tira al suelo y patalea durante larguísimos minutos mientras el adulto trata de que la rabieta termine lo antes posible. Nicolás es bastante razonable, y aunque muchas veces tiene muy claro lo que quiere, no resulta complicado negociar con él. Generalmente, empatizar con él y permitirle expresar su enfado suele ser suficiente para después poder negociar con él. Evidentemente hay situaciones que no son negociables y en esos casos mayores dosis de empatía y contención suelen ser una buena receta.
Llevo unos 6 meses esperando que Nicolás me ponga en una de esas incómodas situaciones, pero de momento no ha ocurrido. Y creo que hay una parte que tiene que ver con objetivos que me he marcado. Lo que quiero decir es que tengo muy claro qué asuntos de nuestro día a día no merecen un conflicto. Y no, no estoy hablando de evitar los conflictos porque sí, estoy hablando de evitar aquellos que no aportan nada y que en el fondo, sólo «calman» la necesidad de los padres y las madres de reforzar su posición de poder con respecto a los hijos e hijas. Pues bien, yo he llegado a la conclusión de que no necesito pelear con mi hijo para sentir que yo mando. Porque además creo que no siempre mando yo. No siento que él “se sale con la suya” si cedo. Creo que si quiero que Nico sea flexible, es importante que vea flexibilidad.
Y por eso, he hecho una pequeña lista mental de aquellos temas por los que me niego a pelearme y/o a llamar la atención a Nicolás y por los que estoy dispuesta a negociar y ceder:
– No voy a tener un conflicto porque se manche
– Ni porque quiera saltar en un charco
– Tampoco le voy a regañar sin no quiere terminarse la cena o si prefiere hacerlo más tarde
– No voy a pelear con él porque su ritmo sea 20 veces más lento que el mío y tarde media hora en recorrer 10 metros.
– No le voy a llamar la atención si no quiere dar un beso a alguien
– Tampoco me voy a enfadar con él si quiere seguir jugando y es la hora de irse

Estoy segura que está lista irá creciendo con el paso de los años. Y estaré encantada de seguir añadiendo temas a mi lista mental que eviten que la relación con mi hijo se convierta en una lucha de poder.
Llevo muchos años viendo a padres y madres en permanente lucha con sus hijos por todo y creo de verdad, que desde ese planteamiento, la batalla está perdida de antemano.

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Nos vamooooos!!!!

Este año, en su cumple, le regalé a Patty un viaje. El 2014 ha sido un año muy duro para nosotras y tenía claro que el mejor regalo sería una escapa de pareja. Pensé también que le apetecería reencontrarse con una de sus mejores amigas que vive lejos y hace tiempo que no vemos asi que me puse manos a la obra a organizar (organizar es una de mis pasiones). A María y Enrico cualquier destino les parecía bien y no conocen nada del norte. Donosti tiene un significado especial para Patty y para mi así que era la ciudad perfecta para escondernos un par de días. Gracias a un amigo, hemos alquilado una casa en la concha y tenemos una reserva en una sidrería de la que intuyo saldremos a cuatro patas. Iker nos ha dado tres premisas básicas para pasar desapercibidos pero lo veo difícil.

Pues bien, este finde ha llegado. Mañana por la tarde nos vamos y dejamos a nuestro pequeño. Estará con la abuela y el sabado su adorado Tio Lolo le llevará a la nieve con Martina e Ichi. Nicolás es feliz con ellos y cuando empecé a organizar el viaje, sabía que necesitaríamos su apoyo para ocuparse de él y la idea les pareción estupenda.

Y yo, me debato entre la ilusión inmensa de hacer un viaje con mi amor y con amigos a los que adoro y la pena de separarme de Nicolás dos días. La teoría me la sé: nos va a venir genial, vamos a desconectar, Nicolás lo va a pasar de maravilla y bla bla bla. Pero no lo puedo evitar; me entran los miedos y pienso ¿y si se despierta por la noche y me llama? ¿y si sólo quiere dormirse conmigo? ¿y si nos echa de menos? ¿y si se asusta?
Ya le he advertido a Patty que siento un poco de penita y que espero que me den permiso para echar una lagrimilla mañana en el viaje si lo necesito o para ponerme ñoña entre sidra y sidra.
Por el momento, María y Enrico acaban de llegar de Tarifa y parece que están haciendo buenas migas con Nicolás.
El finde promete!

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Derecho a llorar

Tengo un problema. Un problema grave. No puedo soportar ver a un niño o a una niña llorar. Hay algo dentro de mí que se desgarra. Me da igual que sea porque se ha caído, o porque no se quiere ir del parque o porque le han quitado un juguete. Sea por lo que sea, cuando escucho al niño o niña llorar, sufro. Sufro tanto que más de una vez he tenido el arrebato de acercarme al padre o a la madre y decirle “o le consuelas o tú o lo hago yo”.
En realidad, después de analizarlo mucho, creo que lo que me hace daño es ver al niño o niña llorar solito, sin nadie que le contenga o le acompañe en su sufrimiento. Si si, he dicho sufrimiento porque detrás de cada llanto hay dolor. Lo que para nosotros adultos es “una tontería” que “no tiene importancia”, para nuestros pequeños puede ser la causa de un disgusto importante que merece toda nuestra atención.
Reconozco que en ocasiones, con Nicolás, me sale casi instintivamente el “no pasa nada” cuando en realidad sí le ha pasado algo. Estoy tratando de no hacerlo porque siento que si lo hago, no le doy espacio para expresar lo que le está pasando por muy simple que pueda parecerme a mi. Estoy aprendiendo, que para él, que se le caiga un muñeco que lleva un minuto tratando de poner en pie, es motivo de enfado, y que por el momento sólo sabe expresar su enfado llorando, gritando o lanzando el muñeco por los aires.
Lo cierto es, que a medida que el niño o la niña se va haciendo mayor, lo esperable es que vaya recurriendo menos al llanto porque adquiere otras herramientas como el lenguaje que le permiten expresar sus emociones de una manera más adaptativa. Pero eso no significa que cumplidos los tres años ya no puedan llorar. No recuerdo haber leído en la Convención de los Derechos del Niño, que el derecho a llorar se tenga sólo hasta los 3 años. Los de 4, 5, 8 y 12 años también lloran, unos más que otros, pero todos lo hacen. Hasta los de 30 y 50 años lloran, seguramente menos de lo que necesitarían.
Una vez aclarado que llorar es una necesidad, mi dificultad está en ver a mi hijo llorar, lo sé, el problema lo tengo yo, y me lo estoy trabajando. Hay algo dentro de mi que se entristece profundamente cuando Nicolás llora. Pero no pienso animarle a reprimir o esconder sus lágrimas cuando quiera llorar. Ni tampoco le voy a distraer, quiero que juntos podamos prestar atención a lo que está sintiendo que le hace llorar.
Está muy de moda eso de “los niños mayores ya no lloran” o “hasta que no me lo digas sin llorar no te hago caso” y ahora que se acercan las Navidades eso de “verás como los reyes te vean llorar”. Recomiendo a esos padres y madres que utilizan estas frases a menudo, imaginar que en algún momento doloroso de su vida, quedas con una amiga para compartir como te sientes y tu amiga te dice “hasta que no dejes de llorar no te puedo escuchar” o “venga que no tiene importancia”. ¿Frustrante no?
Al final, hablamos siempre de lo mismo, no es más que empatizar. Empatizar con el niño que llora, por muy tonto que nos parezca el motivo de su llanto. No dejarle sólo en el manejo de esa emoción y darle un espacio para que se sienta acompañado.

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Vuelta al cole (sin dramas)

Se ha convertido en un clásico. Cada mes de Septiembre, los telediarios, periódicos, redes sociales, etc, se llenan de páginas y vídeos de niños y niñas llorando desconsoladamente por la vuelta al cole. No tengo claro si se trata de una noticia de telediario o no, pero en cualquier caso, el tratamiento que se le da, me preocupa.
Me preocupa que se minimice el impacto que tiene la vuelta al cole o el primer día de escuela para los bebés. En estos días, casi todos los que tenemos hijos hablamos de lo mismo y se oyen comentarios de todo tipo. Que si lo pasan peor los padres, que si lloran 5 minutos y luego tan contentos, que si lloran para chantajear, que si el cole es un sitio genial, que si mira tu amiguito que no llora, que si vete corriendo para que no te vea… y así decenas de frases con la misma intención: restarle importancia al proceso de adaptación de las familias al inicio del curso escolar.
Nicolás empezó hace 9 meses con una madre de día y, según nuestra experiencia, dedicarle tiempo a la adaptación fue fundamental e hizo que el proceso fuera cómodo, agradable, acogedor y respetuoso para todos, sobre todo para Nicolás que se separaba por primera vez en su vida de sus madres.
Mañana empieza el curso para nosotras y Nicolás volverá a estar junto a Sol y otros tres niños/as. Él ya conoce el espacio, conoce a su madre de día, y también a dos amigas que repiten. Sin embargo, volveremos a ofrecerle la adaptación al ritmo que él y nosotras necesitemos.
Yo no creo que la adaptación sea una tontería, creo que para un bebé que lleva dos meses, o quizá más tiempo, sin separarse de su figura de referencia, pasar a estar 5 horas en un sitio nuevo, con adultos nuevos, con niños nuevos, es como mínimo impactante. No me gusta la idea de forzar los procesos, creo que no aporta nada positivo y que de nuevo, significa pasar por encima de las emociones del niño porque nos incomodan. Y estamos acostumbrándonos en exceso a minimizar las emociones de los más pequeños sin ser conscientes de los efectos que tiene no atender a su tristeza, su rabia, su alegría o su miedo.
Quizá por mi profesión, por mi experiencia personal, o seguramente por las dos cosas, intento estar siempre muy pendiente de lo que siente Nicolás. Pero es que, sea lo que sea lo que siente, no quiero que se sienta sólo sin saber que hacer con esa emoción. Me da igual que sea porque se ha caido, porque no quiere bañarse, porque tiene sueño o porque está emocionado pintándose los piés. Quiero ayudarle a identificar lo que está sintiendo y ponerle nombre. Y sobre todo, quiero dejarle claro que me importa mucho todo lo que le pasa.
Mi experiencia como madre, ha venido a confirmar lo que ya pensaba, las emociones de los niños deben ser tenidas en cuenta y jamás minimizadas. Sólo así, se convertirán en adultos empáticos y seguros de lo que sienten.
Y un buen momento de empezar a respetar las emociones de nuestros hijos, es ahora que empiezan las clases.

Publicado en Uncategorized | 1 Comentario

Nuestro verano que termina

El verano de 2014 no lo recordaremos por el gran viaje que hicimos, ni por las maravillosas playas, ni por los atardeceres en punta galera. El verano de 2014 será en nuestro álbum familiar, aquel verano madrileño en el que recordamos la importancia de vivir y disfrutar del “ahora”.
Para que Super8 haya visto la luz y se haya convertido en el video-café más molón de la ciudad, nuestra pequeña familia ha tenido que hacer grandes renuncias. No hemos podido saltar juntos las olas, ni enseñarle a Nicolás nuestros rincones favoritos de la isla, pero los tres hemos sido testigos que como nacía este proyecto en el que Patty ha puesto tanto.
En nuestro verano madrileño, Nicolás y yo hemos echado mucho de menos a Patty. Ha sido muy duro ver como se dejaba la piel durante estos meses para que todo estuviera tal y como ella imaginaba en su cabeza. Ha sido difícil no tener un huequito para nosotras. Ha sido triste tener que decirle a Nico que mami estaba trabajando los millones de veces que ha preguntado por ella.
Pero este verano en el que Super8 se ha convertido en nuestro segundo hijo, ha estado cargado de experiencias duras, intensas y fundamentales. Me ha permitido estar con Nicolás 24 horas al día. Él y yo, mano a mano. Confieso que hace unos meses, cuando pensamos en cómo sería la organización, me asustaba imaginarme tantos días sola con él. Y ha sido agotador. Pero también un regalazo que nos llevamos a nuestro álbum. Aquel verano en el que Nico y mamá pasaron día y noche juntos.
Para mi ha sido intenso y maravilloso. Agotador y desquiciante en muchos momentos. Triste y aburrido en muchos otros. Pero sobre todo ha sido un viajazo ser testigo de cada momento de la vida de mi hijo. Acaba de cumplir dos años y es puro aprendizaje, pasión, interés, decepción, descubrimiento, crecimiento. No cambiaría por nada, ni un solo minuto de los que hemos pasado este verano. Hoy he vuelto al trabajo, y todos esas horas juntos, se vuelven más especiales aun.

Este ha sido sin duda, un verano diferente para nosotras. El verano en el que me acordé de disfrutar de cada instante aunque no fuera el más divertido de mi vida. El verano en el que recordé que seguramente no habrá otro parecido. El verano en el que nuestro hijo cumplió dos años y nació Super8.
Así que desde aquí, voy a darnos un aplauso grande. Creo que nos lo hemos ganado. Especialmente ella, sin su valentía, esfuerzo y dedicación, este sueño no sería tan especial. Enhorabuena por hacer las cosas tan bien Patty.

Y ahora, os quiero a todos/as en Super8 bebiendo cafés sin parar para que el verano que viene podamos irnos al otro lado del mundo.

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Descubriendo a Nicolás

Me fascina observar como Nicolás se va convirtiendo en él mismo. Como va dejando de ser una prolongación nuestra hasta empezar a ser mínimamente independiente. Tiene su propio criterio, sus gustos, sus preferencias. Decide si alguien le cae bien o no. Es alucinante verle crecer y descubrirle. Es como cuando conoces a una persona y en cada situación vas descubriendo cosas nuevas que te dan información de cómo es. Y si esa persona, es tu hijo, la fascinación se multiplica por un millón.
Me hace gracia cuando Patty y yo nos contamos cosas de Nicolás que hemos visto o vivido con nuestro hijo; algo que ha hecho en el parque, un gesto que ha tenido al ver algo.
Nicolás tiene ya un montón de rasgos que le definen y le convierte en Nicolás. Sigue siendo tan mimoso como cuando apenas pesaba 2 kilos y se acurrucaba en nuestro pecho a todas horas. Lo que más le gusta es abrazarnos a mamá y a mami y comernos a besos. Le encanta pasar lista y nombrarnos con una enorme sonrisa; «aquí mamá, aquí mami y aquí titoooo». Si, desde hace unas semanas ha aprendido que se llama Nico o «tito». Y parece que le gusta su nombre.
Nicolás es un tipo serio. No sonríe a los desconocidos por mucho que nos empeñemos. Dicen que tiene mirada de notario. Es capaz de mirar fijamente a alguien y no retirar la mirada hasta que lo considera oportuno. Socialmente, es más fácil que tu hijo sea muy simpaticón y sonría a cualquiera y se vaya con el primero que pasa. Parece que está mejor visto, pero a mí, me encanta que sea selectivo. La parte más complicada es cuando muestra su disconformidad o su malestar empujando o pellizcando al que le está incomodando. Yo le entiendo. Entiendo que por el momento no ha encontrado otra forma de expresarlo, pero reconozco que me incomoda sentir la mirada del padre o de la madre del agredido sobre mi nuca esperando una gran reprimenda que no llega. Las relaciones en los parques no siempre son fáciles porque te encuentras a padres y madres que impiden que los niños y las niñas se relacionen con naturalidad. Yo no pienso obligar a Nicolás a compartir, todavía no entiende que es eso y estoy segura que él sabrá cuando está preparado para hacerlo y disfrutarlo.
Empieza a entretenerse solo algún rato aunque sin duda prefiere que nos tiremos al suelo a jugar con él. No perdona que mami le lea “donde viven los monstruos” cada noche antes de dormir. Por cierto… ¡ya duerme toda la noche del tirón! Y cuando se despierta cada mañana, entona suavemente desde su habitación un “mamá-mami-mamá-mami” que hace que salgamos de la cama pitando con cara de tontitas.
Bailar le vuelve loco. Es divertidísimo ver como mueve las caderas en cuanto escucha cualquier ritmo. Todavía no tiene muy definidas sus preferencias, pero está claro que tiene ritmo y una buena maestra educando su oído con buena música.
Me enamora ver su felicidad cuando estamos los tres juntos. Le encanta que Patty y yo nos demos besos y abrazos y deja lo que esté haciendo para participar.

Publicado en Uncategorized | 1 Comentario